BLACK CURSE se hunde más que nunca en las profundidades del metal extremo. Este álbum es como un caos monumental y malévolo, algo entre black, death y doom, que crea un sonido que no solo libera música, sino todo un ritual oscuro.
Desde el inicio, este lanzamiento marca el ruido con intensidad, desatando una tormenta ennegrecida cargada de perdición atmosférica y desesperación total. El álbum muestra una densidad propia de música invocada desde la magia negra. Todos los riffs son como gritos de muerte que irrumpen con poder infernal.
Uno de los grandes aspectos es la habilidad para manejar estructuras y tempos bestiales, convirtiendo todo en una malignidad pura; equilibrando ritmos demoledores con partes más lentas, dejando que la brutalidad respire y dando espacio a la petrificación siniestra.
Este álbum fija su identidad como una fuerza de death ennegrecido, pero con una fuerte sensación de doom, perdición y condena. Las canciones son mortalmente largas (quizá mueras mientras las escuchas), algo un poco raro en mi opinión pero también presente en otros exponentes contemporáneos del metal extremo (Necros Christos?). En todo caso, digamos que estas duraciones no se sienten repetitivas en absoluto si veneras al rey de los riffs, las estructuras y los tempos.
Más cerca de la muerte, este lanzamiento es una obra que empuja los límites, llevándote a territorios poco comunes y envolviendo al oyente en un torbellino de ruido, furia y oscuridad. Para los seguidores del metal más extremo y underground, será un viaje bestial.